Recorridas tucumanas

Este texto fue publicado en el diario LA GACETA el día Sábado 26 de Diciembre de 2009.
Creemos que es interesante reflexionar sobre el tema...
Saludos, exitoso 2010.

LAPACHOS Y NARANJOS
Si algo hermoso y placentero aún queda en nuestra ciudad son los lapachos y los naranjos. Al florecer juntos en invierno irradian el encantamiento que tanto nos seduce cuando caminamos por algunas calles; sobre todo al anochecer y si el viento fresco no arrastra el hedor de los ingenios y las citrícolas, acre contaminación de la que no se quejan los vecinos que detestan a los árboles. Por cierto, Tucumán ya no es el Jardín de la República, pero San Miguel, la capital, aún conserva esa rara conjunción maravillosa y frágil del lapacho, un árbol típico de la selva subtropical, y el naranjo que trajeron a estas tierras los españoles. Se trata es una característica única en el mundo. Creo que todos los que vivimos aquí, aunque no nos hayamos dado cuenta del fenómeno, llevamos la marca inefable del goce de ver a los lapachos rosados o amarillos cubrirse de pétalos como si fueran gigantescas flores dando la impresión de que despiden el olor de los azahares. Es una visión perfumada imborrable que perdura para siempre. Y eso es Tucumán. Hay que volver a plantar naranjos agrios en todas las veredas y, sobre todo, en la plaza Alberdi, donde un mal día fueron talados por un bárbaro con charreteras. Será un homenaje al tucumano más ilustre nacido en esta ciudad cuando el año que viene cumpla 200 años. Y a los vecinos que le tienen inquina a los árboles habrá que enseñarles a hacer el riquísimo dulce de naranjas agrias. Un manjar tan gratificante como en sabor recuperado por Henry Barrios del té de hojas de naranjo que masticábamos para mejorar nuestro aliento de enamorados.


Arturo Alvarez Sosaalvarezsosa@arnet.com.ar

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